Ser papás: mil formas de expresar un don

jueves, 29 de abril de 2010

Tras deslizarse por su mesa de princesa, Alejandra corre por la casa con una sonrisa en sus labios y sube las gradas de prisa. Antes de entrar a su cuarto, hecha un vistazo para revisar la presencia cercana de su madre; pero no está. Da unos pequeños brincos para prender la luz; lo logra. Camina unos pasos y con su pequeño dedo enciende la televisión, su programa favorito está a punto de empezar.

Hace tres años, Julia Altamirano la llevaba en su vientre. Durante sus nueve meses de gestación trataba de leer algunas revistas que la ayudarán para la formación de Tata, como ahora la apodan. Sin embargo, afirma que “cuando Dios te da el don de ser mamá también te da el instinto para lograrlo”. Su esposo, Fabián López recuerda el primer día que Alejandra estuvo en sus brazos: “me di un baño en agua fría, por primera vez pensé en la responsabilidad que vendría”, pues asegura que durante el embarazo todo era emoción.

En el libro “Un buen papá” se afirma que un hombre nace y se hace padre: nace, porque como hombre tiene esa capacidad y se hace en el instante que tiene un hijo, pues es un momento de aprendizaje.

A pesar de esto, Fernando Rodríguez, psicólogo, afirma que no hay manuales ni guías que garanticen una buena conducta en los hijos. Argumenta que es una labor completa pues “en la actualidad las familias, a pesar de sus calidad de formación y educación, están afectadas por influencias sociales negativas que responden a una sociedad occidental”.
Entonces, ¿qué normas hay que estipular?

“Prohibido hombres”, responde Fabián a la pregunta del millón. Minutos después, sonríe, se tapa la cara imitando a Alejandra y continúa. Afirma que como padre trata de inculcarle respeto a las personas y dar amor para que ella lo de. Por otro lado, Julia enseña a Alejandra modales: cómo comer, cómo saludar, etc. Rodríguez afirma que en los primeros años de vida de un niño, las madres se encargan de las reglas de comportamiento mientras que los padres son los encargados de consentir a sus hijos. Rodríguez sostiene que con el tiempo la misión se invierte.

“Alejandra está muy conciente del rol de cada uno tiene como padre, es muy inteligente”, dice su madre. Tiene un carácter fuerte y es impulsiva, cuando se enoja corre a su cuarto gritando “déjame en paz” y cierra la puerta con seguro. Julia, espera afuera mientras Fabián ríe sin parar y murmura a Alejandra tras la puerta: “mi amor sal”. Alejandra espera algunos minutos, abre la puerta y corre a los brazos de su padre.

Por su lado, Julia trata de recordar las palabras de Iván Hidalgo, el Pediatra de Alejandra: “el autoritarismo es inadecuado e ineficaz como método de educación”.Además, la página de Internet educar.org señala que “cuando los padres y los niños no están de acuerdo sobre las reglas, ambos deben de tener un intercambio de ideas que los ayude a conocerse. Sin embargo, los padres son los responsables de establecer las reglas y los valores de la familia”.

En “Mi tesoro Infantil”, la guardería a la que asiste Alejandra, hay una educación personalizada donde se motivan las capacidades de cada niño: pintan, cantan, ven videos, escribe, dibujan, etc. Amanda Proaño, la profesora de Alejandra sostiene que “es preciso tener en cuenta que cada niño tiene características y necesidades diferentes, por lo que las formas y métodos utilizados para educar a un niño, quizá no sirvan para otro, entonces es necesario practicar metodologías diferenciadas con cada uno de ellos”.
Es así, que Julia no puede practicar los mismos métodos que con su primer hijo, su rutina diaria es diferente. Alejandra sabe que tiene que levantarse temprano para ir a la guardería. Al terminar su desayuno, va a su cuarto y recoge su mochila, revisa su cuaderno y lo guarda en la maleta. Baja detenidamente las gradas; Julia le enseño que tiene que tener cuidado cuando lo hace. Según la página de Internet www.educar.org “el cambiar el comportamiento apropiado del niño puede ayudarlo a obtener el dominio de sí mismo para que sea responsable y considerado con otros”.
Fabián prepara su lonchera: frutas y yogurt. Alejandra se despide con un beso y se sube a su recorrido. Julia y su esposo salen a trabajar y llegan a su casa a las 17H00 para recibir a Alejandra. Un poco despeinada, con sueño y con muchas ganas de comer, la pequeña saluda a sus padres. Antes de hacer cualquier actividad conversan con ella sobre su día, pues Iván Hidalgo recomienda que es importante fortalecer el diálogo y la comunicación familiar.

Fabián recuerda que en un principio a Alejandra no le gustaba hablar, pero con el tiempo aprendió que la comunicación es importante. Cuando la conversación termina, Alejandra juega con su papá, Julia prepara la comida y sienta a la pequeña en su mesa de princesa. Son las 18H30, Alejandra tiene que comer, bañarse e irse a dormir. Probablemente, Julia permita a la niña ver la televisión dependiendo de la hora y su comportamiento.

Julia y Fabián están concientes que ningún manual certificará la buena educación de Alejandra. Sin embargo, confían en los consejos de pediatras, psicólogos, revistas y amigos. En la página de Internet www.parasaber.com se confirma que “el estilo educativo de los padres parece ser el factor determinante a la hora de influir en la personalidad de los hijos” y para esto se recomienda seguir algunas reglas.

Un nuevo vivir


Sentada en una silla a lado de sus gemelos, Rocío recuerda su vida. Entre lágrimas y gran esperanza acude al pasado y revive su historia. Sus hijos: Toñito y Paquito están junto ella. Paquito sentado en una cuna, sonriendo cada vez que escucha sus palabras y Toñito correteando por la casa, sirviendo vasos de agua y riendo con intenciones de jugar.

El embarazo de Rocío Tapia fue normal hasta los cinco meses de gestación. Su esposo la golpeó y Rocío ingresó de emergencia al Hospital. Pasó un mes en el lugar, los gemelos nacieron a los seis meses y ella logró verlos a los quince días de su nacimiento, pues los golpes la mantuvieron en coma. Para ella, la condición de los niños sólo era un estado prematuro.

Los días pasaron y los doctores informaron la verdadera condición de los gemelos: parálisis cerebral, ocasionada por la inmadurez de sus órganos al nacer. Sus piernas al igual que sus pulmones no terminaron de formarse y las válvulas del corazón no se cerraron en su totalidad. Toñito tiene una parálisis leve, mientras que la parálisis de Paquito es profunda.

Por un lado, tras el conocimiento del estado de los gemelos, el esposo de Rocío los abandonó, dejándola a cargo a ella de los pequeños. De otro lado, su familia la olvidó, la rechazó al igual que a sus hijos. Para ellos, Dios la castigó por tener hijos así. Rocío entró en desesperación y angustia. “Los primeros años pensaba que todo era dinero”, recordó Rocío. Con el tiempo se dio cuenta que no era así; “me dediqué a cuidarlos”.

Sin embargo, la situación económica empeoraba cada vez más. Su desesperación la llevó a la idea de suicidarse con sus hijos: Toñito, Paquito y su hija mayor Helen. A cada uno, preparó un vaso de chocolate para envenenarlos. En el momento, los ojos de Helen se iluminaron, negando la acción de su madre. Rocío reaccionó, los abrazó y pidió perdón a Dios. Rocío no imaginaba que la ayuda estaba cerca, que sus siete años de silencio iban a acabar.

Un día en la parada del Trole, camino hacia el banco, Rocío y sus gemelos encontraron a una mujer con muletas, María Carvajal con parálisis cerebral al igual que sus hijos. Carvajal trabajaba en el Diario Ultimas Noticias, Rocío logró desahogarse. María ofreció un reportaje como ayuda. En el 2004, el reportaje fue publicado. En ese momento Rocío comenzó a tener ayuda; amigos y gente solidaria comenzaron a llamar.

Posteriormente, se encontró con Marisa Balseca, una mujer que había perdido a su niña con parálisis hace poco tiempo. Balseca pidió acercarse a los gemelos y fue ella que logró contactarse con Teleamazonas, directamente con Bernardo Abad. El reportaje se hizo el mismo día. Reporteros del canal acudieron a la casa de Rocío, en ese tiempo por la Ferroviaria. Desde ese momento, Teleamazonas fue el padrino oficial de ayuda de Rocío y su familia. Gisela Bayona y Valeria Gavilanes madrinas de bautizo de los pequeños.

Gracias al segmento “La Comunidad”, mucha gente acudió al llamado de solidaridad. Rocío logró tener un fondo económico que respalda la salud de sus hijos. Los gemelos necesitaban operaciones urgentes. Por un lado, Paquito necesitaba una operación de caderas y Toñito necesitaba el corte del fémur para que igualara las piernas. El programa obtuvo donaciones magnificas, con colaboración de Franklin Salas, futbolista ecuatoriano y gran admiración de Toñito. El Doctor afirmó que la operación necesitaba una gran recuperación, pues “tenía que aprender a caminar”.

Actualmente, Rocío y su familia viven en Fajardo (Valle de los Chillos) en una casa propia, que la construyó gracias al fondo económico de Teleamazonas, sus ahorros y la colaboración de Mutualista Pichincha. Su objetivo es dejar seguros a sus hijos cuando ella no este. Además, Rocío tiene ayuda de la Fundación San Luis de Pronaca, quien envía constantemente pañales y vitaminas a Paquito.

Rocío se acercó más a Dios, afirma “que Dios está con ella a través de sus pequeños”.Los gemelos han tenido una recuperación fantástica, según la madre. Toñito estudia en la Escuela Fabián Jaramillo de 7:00am a 12:30pm, una escuela de integración donde Rocío es profesora de Educación Física. Paquito realiza terapias diarias en el Instituto Virgen de la Merced. El Instituto otorgó una beca estudiantil al pequeño, él se encuentra en un nivel llamado Inicial A (niños con pronóstico de alto riesgo). Según Rocío, la evolución de Paquito es lenta, pero tiene una calidad de vida buena. Toñito tiene un progreso más alto, él puede superar sus dificultades porque convive con otros niños, afirma Rocío.

Un día normal en sus vidas comienza a las 6:00 am. Todo se hace con tiempo, a Paquito se lo baña, se lo da de comer detenidamente. Toñito, por su lado, puede hacerlo solo. Su calidad de vida es buena y permite una buen alimentación, “comen de todo”, afirma Rocío. Para Helen, Rocío y Lorena su hermana mayor, la alegría más grande de los gemelos es su existencia. “Los veo con tantas dificultades, pero a la vez con tantas ganas de salir adelante, me hacen pensar que si ellos pueden, yo también”, dice Rocío. Por su parte, Lorena afirma que no es necesario que Paquito hable, sus ojos brillan y sonríe cada vez que hablan con él. Su familia cree que él habla con Dios, que su brillo y su sonrisa se debe a eso.

A Toñito le encanta cantar, permanecer por mucho en la computadora, jugar básquet y fútbol. La familia de Rocío espera que tengan una vida estable, que Toñito siga estudiando y que su calidad de vida siga mejorando y que puedan valerse por si mismos. La tranquilidad de los gemelos es transmitida para Rocío y sus hijas. La fuerza de Dios la sienten es su corazón y es lo que cada mañana les permite salir adelante. Y asegura que es en está casa de chocolate es feliz, más feliz que antes.