La Rana Sabia encanta a niños y adultos

martes, 25 de mayo de 2010

Tras pasar veinte minutos por la vía Ílalo en el Valle de los Chillos y curvar en varias direcciones se encuentra una puerta de metal negra, un camino empedrado y un letrero que dice: “Este Oficio si me gusta”. De esta manera, Claudia Monsalve y Fernando Montalvo, fundadores de la Rana Sabia en la Merced, dan la bienvenida a niños y adultos para disfrutar de una obra de títeres de aproximadamente 35 minutos.

La casa de la Rana Sabia, donde viven Claudia y Fernando, da vida a un sin número de personajes y voces que cuentan maravillosas historias infantiles y educativas. Claudia y Fernando, apasionados por el trabajo social, hacen títeres desde 1971; ellos personifican los muñecos de diferentes tamaños y colores. “Los muñecos son creados para reflejar la intensidad de la vida y para caracterizar a nuestro país”, afirmó Claudia.

La Rana Sabia ha recibido reconocimientos de Colombia, México, Costa Rica, Brasil, Argentina, España, entre otros. Claudia y Fernando han formado a artistas, maestros y promotores del arte en todo el mundo. De esta manera, la Rana Sabia ha participado en proyectos con UNICEF, Ministerio de Educación, Muchacho del Programa Trabajador en Ecuador, entre otros.

Con cien años de construcción, la casa que recibe alrededor de treinta personas los fines de semana, tiene dos pisos. En el primero, está la entrada, donde los visitantes hacen fila para ingresar al titiriteatro y presenciar la obra. En el segundo piso, se encuentra una bodega donde los dueños guardan a los títeres de tres metros aproximadamente.

La donación sugerida para el ingreso es de cuatro dólares, en medio de la obra los niños y pueden interactuar con los títeres. “El objetivo no sólo es entretener, consideramos importante la formación educativa de los pequeños”, señaló Fernando.

A las 12:20 de la mañana del sábado, niños y adultos juegan en el extenso patio verde de la casa. Junto a sus padres, amigos y familiares esperan la llamada de Fernando para dar inicio a la obra. Andrés Pérez, un niño de ocho años afirmó que es la primera vez que visita el lugar. “Mis primos me hablaron mucho sobre los títeres”, señaló el pequeño.

“La obra va a comenzar”, grito Fernando desde el balcón de la casa. Los niños se apresuraron a la entrada. Después de unos minutos ingresaron, detenidamente se acomodaron en los asientos y esperaron la salida de los títeres. Entre risas, diálogos y comentarios la obra terminó. Los visitantes salieron del titiriteatro y corrieron hacia un costado de la casa a una pequeña covacha donde se vendía comida típica. A la 13:00 de la tarde, grandes y chicos comentan de la obra, de la Rana Sabia y de los mil títeres que hay en el lugar.

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